Con bastante retraso he podido leer un libro de esos que tenía en la mesilla de noche y que por unas cosas o por otras estaba a la espera de ser abierto. Se trata de La Rosa Blanca, de José Mª García Pelegrín (Editado por LibrosLibres y disponible también en libro electrónico, al menos en versión Kindle). Naturalmente, no tengo intención de copiar el libro (que es imprescindible leer) sino de comentar un aspecto concreto que me resulta interesante compartir. Se trata del capítulo que aborda los fundamentos intelectuales que animaron a los estudiantes e intelectuales del grupo de La Rosa Blanca a dar la batalla contra el nazismo en una sociedad en buena parte enardecida o adormecida por el totalitarismo nazi. Sin duda, uno de sus más famosos miembros (y también el más joven) es Sophie Scholl, protagonista de una excelente película y verdadero testigo de la libertad de conciencia.
Pero volvamos a los fundamentos intelectuales de los estudiantes que se alzaron contra Hitler con su única «arma»: la palabra. Siguiendo a García Pelegrín, sabemos que en casa de los Scholl (dos de cuyos miembros fueron ejecutados por un tribunal nazi por pertenecer a La Rosa Blanca), los libros desempeñaron un papel fundamental. En esta familia cristiana protestante se aprendió el respeto a la vida y a los más débiles, la Biblia y la visión cristiana de la existencia. En la casa de los Scholl se leían autores prohibidos por el nazismo como Heine, Zweig, Mann o Rilke). Un amigo católico de la familia, Otto Aicher, proporcionó a los jóvenes Scholl, lecturas de Sócrates, S. Agustín, Pascal, haecker, Maritain, Bernanos y Bloy.
También hace referencia el autor al adoctrinamiento escolar impuesto por el nazismo mediante la asignatura Concepción del Mundo (WAV) que el régimen nazi intentaba imponer para sustituir a las clases de religión; la Iglesia católica, por cierto, manifestó una postura beligerante frente a esta materia escolar.
Relata García Pelegrín que un amigo de la familia Aicher, el párroco católico Frank Weiss, comenzó a predicar sobre la ilegitimidad del Estado nacionalsocialista. Weiss inició la creación de un grupo de 3000 sacerdotes católicos para luchar contra el totalitarismo desde su ministerio sacerdotal pero fue detenido y encarcelado en 1939.
¿Por qué me llama la atención todo esto en el año 2012? Pues por varias razones:
- El cristianismo no es una forma de resistencia ni el Evangelio se agota en la lucha contra el mal pero es una Buena Noticia que genera hombres y mujeres conscientes de su dignidad y libertad, capaces de luchar contra el mal y a favor de la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales. Sabiendo, naturalmente, que Dios es señor de la Historia y nada podemos sin Él.
- La acción contra los totalitarismos tiene muchas vertientes y modalidades. La simple difusión de la palabra, desde la hojita fotocopiada hasta las redes sociales, constituye un arma poderosa que sirve para denunciar, minar la moral de los dictadores y romper los bloques monolíticos del pensamiento único. Nada se pierde, ningún esfuerzo es vano aunque conlleve, como en el caso de numerosos mártires (testigos voluntarios de la verdad), la entrega de la propia vida o de la honra o de la reputación.
Teresa García-Noblejas
PD: En la imagen, los hermanos Sophie y Hans Scholl y Christoph Probst (este último a la derecha). Fueron los tres primeros miembros de La Rosa Blanca ejecutados tras un simulacro de juicio. Hoy son un símbolo mundial de la Resistencia contra los totalitarismos.