Debo confesarles que, cuánto más me adentro en ella, más me sorprende la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Siento, no obstante que, como otros muchos textos del magisterio pontificio y episcopal, quedará en las estanterías físicas o virtuales de despachos, bibliotecas y dispositivos electrónicos varios. Y hoy paz y después gloria. Un verdadero reto desempolvar tantísimos documentos y hacerlos llegar al gran público, fieles y no fieles a los que este texto sin duda les puede ayudar a reflexionar, a rezar y a orientar su vida.
Pero bueno, servidora pone su granito de arena y comparte con quien lo desee lo que más le ha gustado o llamado la atención de este documento.
Estoy con el capítulo segundo, que trata sobre la realidad y desafíos de las familias. Pero la verdad es que no lo sigo al pie de la letra porque voy y vengo, leo y releo y subrayo. Hoy me he detenido en los siguientes temas:
- La mentalidad antinatalista. Sobre este tema, Francisco recuerda que son las políticas mundiales de “salud reproductiva” las que han determinado una situación de descenso demográfico que afectará al recambio generacional y contribuirá a la pobreza. En España lo sabemos muy bien. Planes de pensiones, ancianos que viven y mueren solos, desproporción entre los que trabajan y los que dependen del trabajo de otros…
- La deconstrucción de la familia. Francisco denuncia que en muchos países se está llevando a cabo una «deconstrucción jurídica de la familia» por la cual esta se funda exclusivamente en la «autonomía de la voluntad», es decir en el deseo.
- El maltrato a la mujer. En este asunto el Papa es particularmente duro, denunciando la «vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud» que constituyen «una cobarde degradación». Por cierto, en el catálogo de acciones que consideran a la mujer como de «segunda clase» incluye «el alquiler de vientres y la instrumentalización y mercantilización del cuerpo femenino en la actual cultura mediática».
Y eso es todo por hoy. Les iré contando.
Teresa García-Noblejas