Estamos viviendo estas semanas las reacciones a la anulación de la sentencia Roe vs Wade, que llevó en Estados Unidos y en gran parte del mundo a la legalización del aborto y, posteriormente, al denominado «derecho al aborto». Han pasado casi cincuenta años desde aquel 1973, millones de niños no nacidos han muerto en los abortorios y culturalmente se ha promovido una banalización del terrible asesinato de un ser indefenso en el seno de su madre.
Ha sido una sentencia extraordinaria, en primer lugar por la claridad con la que seis de los nueve jueces de la Corte Suprema han manifestado que la 14ª Enmienda de la Constitución, a la luz de la tradición y la historia de los Estados Unidos, no puede amparar el derecho al aborto.
Así se ha vivió por decenios con un consenso social y jurídico hasta que en 1973 llegó Roe vs Wade. Esta sentencia despreció la historia y la tradición jurídica de los Estados Unidos, ignoró la ciencia y su definición de la vida humana y manipuló la conciencia social inventando un caso que, más adelante, se supo que fue una mentira inventada con el fin de promover el aborto.
Extraordinaria por la valentía y la ecuanimidad de los seis jueces que han devuelto a los estados y a sus legisladores la competencia para definir la cuestión. Y sólo por esto han sido amenazados, perseguidos y demonizados por la izquierda ideológica.
Y explican por qué: «Hasta finales del siglo XX no había apoyo en la ley estadounidense para un derecho constitucional al aborto. Ninguna constitución de ningún estado había reconocido ese derecho.
Extraordinaria por las consecuencias que, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, puede tener.
Biden se ha apresurado a firmar una orden ejecutiva para reforzar las medidas que protegen el acceso al aborto y a los anticonceptivos en el país. Sin embargo, son ya varios los estados donde sus gobernadores han limitado la realización de abortos, muchos los abortorios que se han cerrado y más los que se van a cerrar.
Ojalá que esta sentencia extraordinaria abra en otros muchos países nuevas vías para la defensa de la vida del no nacido en el mundo y refuerce el compromiso de la causa provida en todo el mundo.