Pepe Jara o la pasión por la vida

Publicado el 18 de junio de 2023
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La muerte del doctor Jara, Pepe para los que hemos tenido la suerte de conocerle y tratarle, no nos ha pillado de sorpresa.

Sabíamos de su enfermedad, diagnosticada hace un par de años. El mismo año y cerca de la aprobación de la ley de eutanasia. Enfermedad que ha sufrido desde la fe, la dignidad y el ánimo de espíritu que le caracterizaba.

Pepe había hecho todo lo que estaba en su mano para que la eutanasia no llegara a implantarse en España. Como profesional de la medicina, como profesor de Bioética y Ética Clínica, como miembro de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid y como presidente de ABIMAD (Asociación de Bioética de Madrid).

En una de sus últimas apariciones públicas llamaba con contundencia a plantar cara a la eutanasia: “Los profesionales directamente implicados ante una petición de eutanasia, además de no acomodarse ante este nuevo ‘derecho’ deben decir ‘no con mis manos’”. 

Nos llena de satisfacción saber que en España hay miles de médicos objetores a la eutanasia. Pepe, no tenemos duda, intercederá por ellos desde el Cielo.

Jara llamaba la atención, sin pretenderlo, por su pasión en la defensa de la vida y la misión de los profesionales de la sanidad de cuidar y curar y no matar. Y de proteger la vida de los niños en proceso de gestación. Era un excelente comunicador, utilizaba frases contundentes, proporcionaba titulares y sabía de lo que hablaba. Tenía una sólida formación pero se le entendía perfectamente, habilidad no muy común entre los sabios.

Era también un activista, inquieto y emprendedor. Para él, el asociacionismo, la divulgación de ideas y el combate en defensa de la vida, especialmente de los más vulnerables (los niños que van a nacer, los enfermos y personas mayores, las personas que sufrían alguna discapacidad…) eran una misión. Una responsabilidad tan importante para él como la de atender y curar a sus enfermos.

Y tenía la virtud de contagiar su pasión por la vida. Cuando hablaba en público de los temas que le importaban, arengaba. Después de escucharle, daban ganas de preguntarle “¿dónde hay que alistarse en tu ejército para defender la vida?”

No queremos olvidar lo más importante. Pepe era, sobre todo, un hombre de fe y esperanza, profundamente católico. Desbordaba alegría y humanidad. Siempre vital, siempre sonriente.

Pepe debe estar ya en el Cielo organizando algo en favor de los enfermos, de ls niños víctimas del aborto o de los amenazados por la eutanasia.

En la fotografía que encabeza esta entrada vemos al doctor Jara, el primero por la izquierda, junto a Esmeralda, su esposa, Ramón Novella, Ignacio Pascual y José Agudo, miembros de Profesionales por la Ética, tras la entrega del premio de Diario Médico en 2013.

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